Escapadas de invierno junto al mar: el encanto sereno de Palma en temporada baja
En Mallorca, el sol brilla más de 300 días al año, incluso en pleno invierno. Esa luz, suave y dorada, ha sido fuente de inspiración para pintores y escritores durante siglos, y también el secreto mejor guardado de quienes eligen visitar la isla cuando la calma lo inunda todo.
Desde Es Princep, con el mar extendiéndose frente al Baluard del Princep, el invierno se vive con otro ritmo. Lejos de las multitudes, Palma se revela como una ciudad íntima, elegante y profundamente mediterránea.
Palma, una ciudad que invita a detenerse
Los meses más fríos son ideales para redescubrir el Casco Antiguo. Sus calles empedradas se llenan de silencio, los patios señoriales abren sus puertas y el sonido del mar se filtra entre los muros centenarios. Desde Es Princep, un paseo corto te lleva hasta la majestuosa Catedral de Mallorca, conocida como La Seu, cuya luz interior cambia con las estaciones. Muy cerca, las murallas renacentistas recuerdan el pasado fortificado de la ciudad y ofrecen una de las mejores panorámicas de la bahía.
En invierno, Palma se disfruta sin prisa: las terrazas acogen conversaciones tranquilas, las galerías de arte se visitan sin colas y los mercados locales, como Santa Catalina o l’Olivar, muestran la vida cotidiana de los palmesanos.
Un Mediterráneo más pausado
Las vistas desde la azotea Rooftop Es Princep cambian con la estación. El mar parece más cercano, la brisa más fresca, y el cielo, más limpio. Aquí, los días se disfrutan con calma: un desayuno tardío, una copa de vino al atardecer o simplemente el placer de observar cómo los colores del invierno tiñen la bahía.
Para los que prefieren un plan activo, el Paseo Marítimo ofrece una ruta perfecta para caminar, correr o pedalear junto al mar. Y cuando llega el momento de relajarse, el Spa Cocó abre sus puertas como un refugio cálido donde el cuerpo se renueva con tratamientos naturales y vistas al Mediterráneo.
El lujo de la calma
El invierno en Palma tiene un encanto discreto. No necesita artificios: basta con la luz, el mar y el ritmo lento de una ciudad que invita a reconectar con lo esencial. En Es Princep, esa serenidad se traduce en confort, hospitalidad y detalles que hacen de cada estancia una experiencia única.
Porque hay un lujo que solo se descubre cuando todo se detiene: el de disfrutar de la isla en su momento más auténtico.